
Aunque en la actualidad la maquinaria agrícola forme parte del día a día de los agricultores más eficientes, la llegada hasta los modelos que manejamos hoy solo ha sido posible a través de un largo, centenario incluso, proceso de evolución tecnológica.
La mecanización agrícola ha permitido alimentar a una población creciente. De hecho, se sabe que gracias al automatismo y a los tratamientos aplicados a los cultivos, un agricultor es capaz de recolectar casi 3.000 kilos más de trigo que hace algunos siglos, cuando todo el proceso era manual.
Este proceso tecnológico ha ido siempre unido a una búsqueda de la mejora de la productividad y a un aumento del rendimiento. Cada innovación que los fabricantes de maquinaria agrícola lanzan al mercado persigue este fin.
Los primeros usos de la agricultura mecanizada fueron llevados a cabo mediante la combinación de herramientas unidas a la fuerza de un animal. Este paso fue significativo en la evolución del campo, aunque la verdadera revolución llegó en el siglo XX con la motorización.
Gracias al uso de las técnicas actuales, un agricultor es capaz de cultivar grandes extensiones de tierra. Se han convertido así en profesionales mucho más eficientes. De este modo son capaces de abarcar grandes tareas en una sola jornada como, por ejemplo, la siembra o cosecha completa de una gran extensión de terreno.
El uso de máquinas en la agricultura ha permitido a los profesionales de este sector aumentar de forma notable todos los beneficios. No se debe olvidar que el trabajo agrícola implica una serie de riesgos que no se puede controlar al 100 % (la meteorología, las plagas, etcétera), los cuales pueden provocar la pérdida de una cosecha entera.
Por ello, la incorporación de la mecanización ha contribuido al ahorro y la rentabilidad, ya que, cuando existen pérdidas, estas son menores y se pueden recuperar con mayor rapidez.
La maquinaria agrícola ha significado un gran cambio en la manera de trabajar en el campo. Cuando se desempeñan en los cultivos, pueden ser más eficaces en relación a los recursos necesarios y al tiempo utilizado para finalizar cada labor. Por otro lado la profesión de agricultor, aunque sigue siendo exigente (es un trabajo físico al aire libre), ha dejado de ser tan dura como lo era antiguamente.
Desde hace unos años, las nuevas tecnologías han irrumpido en el sector agrícola para contribuir a una mejora de los procesos productivos. La maquinaria agrícola del siglo XXI se presenta como una herramienta inteligente, conectada a los datos necesarios que sirvan para ayudar al agricultor a tomar las decisiones correctas en cada caso. Conceptos como big data, IoT o Inteligencia Artificial están cada vez más relacionados con el trabajo en el campo.
La digitalización en el ámbito rural permite ser más competitivos a la hora de cumplir con todas las expectativas y demandas de un mercado que es extremadamente exigente. La tecnología va a ayudar a recabar gran cantidad de datos sobre los cultivos y a analizarlos de manera óptima. Este tipo de innovaciones incorporadas a la maquinaria agrícola están pensadas para que verdaderamente faciliten la tarea a los agricultores. De hecho, se trata de dispositivos e interfaces muy fáciles de utilizar.
En definitiva, la agricultura 4.0, como la han llamado los expertos, va a brindar la posibilidad de convertir a profesionales en especialistas en el control y análisis de la plantación, en la revisión de la rentabilidad, y va a posibilitar un meticuloso seguimiento de la sostenibilidad a todos los niveles productivos.